Excelente discurso que refleja la realidad de la educacion, el profesor Jhon habla por su experiencia en la educacion estadounidense pero creo que  sus palabras reflejan la situacion mundial o por lo menos la de mexico si...
DISCURSO DE ACEPTACIÓN DE JOHN TAYLOR GATTO para  el galardón de Maestro del Año de Nueva York, el 30 de enero de 1990:
Acepto este premio en nombre de todos los buenos profesores que he  conocido a lo largo de los años y que han luchado para hacer de sus  relaciones con los niños algo digno, hombres y mujeres que nunca  están conformes, siempre cuestionando, siempre esforzándose  por definir y redefinir lo que la palabra “educación” debería  significar.
Un Profesor del Año no es el mejor profesor, éstos suelen pasar  demasiado desapercibidos para ser fácilmente descubiertos, pero es un  modelo, símbolo de esas gentes anónimas que utilizan sus vidas  gratamente al servicio de los niños. Este es su premio tanto  como mío.
Vivimos en una época de profunda crisis escolar. Nuestros niños se  clasifican a la cola de las diecinueve naciones más industrializadas en  lectura, escritura y aritmética. Muy a la
cola. 
La economía mundial narcótica está basada sobre nuestro  propio consumo de las mercancías, de forma que si no compramos  tantos sueños de humo el negocio colapsaría - y las escuelas son  un importante centro de compra -.
Nuestra tasa de suicidios de adolescentes es la mayor del mundo y los  que se suicidan son niños ricos en su mayor parte, no los pobres. En  Manhattan el cincuenta por ciento de los nuevos matrimonios duran menos  de cinco años. Algo debe ir mal con seguridad.
La crisis de nuestra escuela es un reflejo de una crisis  social más amplia. Parece que hemos perdido nuestra identidad.
Niños y ancianos son encerrados y aislados de fuera de lo que sucede  en el mundo hasta un grado sin precedentes - nadie habla con ellos ya – y  sin niños y ancianos mezclándose en la vida diaria una comunidad no  tiene futuro ni pasado, solo un presente continuo.
De hecho, el nombre “comunidad” apenas se aplica ya a la forma en que   interactuamos con los demás.
Vivimos en redes, no en comunidades, y todos los que  conozco están solos por eso. En cierto modo la escuela es responsable  privilegiado de esta tragedia tal y como lo es también en la creciente  brecha entre clases sociales.
Utilizar las escuelas como un mecanismo de selección no hace sino  crear un sistema de castas, lleno por abajo de intocables que vagan por  los trenes del metro pidiendo y durmiendo en las calles.
He observado un fenómeno fascinante en mis veinticinco años de  ejercicio de la profesión: que las escuelas y la escolarización  son crecientemente irrelevantes para las grandes empresas del planeta.  Nadie cree ya que los científicos son enseñados en clases de ciencias o  que los políticos en clases de civismo o que los poetas lo son en  clases de inglés.
La verdad es que las escuelas no enseñan nada salvo como  obedecer órdenes. Esto es un gran  misterio para mi porque  miles de personas, gentes responsables trabajan en las escuelas como  profesores, cuidadores y gestores pero la lógica abstracta de la  institución sobrepasa sus contribuciones individuales.
Aunque los profesores se preocupan y trabajan duro, la   institución es psicopática - no tiene conciencia -. Suena la  sirena y el joven que se encontraba escribiendo un poema debe cerrar sus  cuaderno y moverse a otra aula donde deberá memorizar que el hombre y  el mono derivan de un ancestro común.
Nuestro sistema de enseñanza obligatoria es un invento del Estado de  Massachussets hacia 1850. Fue resistido - a veces hasta con las armas  por un considerable 80% de la población de Massachussets- con un último  reducto en Barnstable On Cape Cod que  no entregaron a los niños hasta  la década de los 1880 cuando la localidad fue asediada por el ejército y  los niños marcharon a la escuela escoltados.
Aquí tenemos un curioso dato para meditar. La oficina del Senador Ted  Kennedy ha sacado un estudio no hace mucho indicando que antes  de la educación obligatoria la tasa de alfabetización en el estado era  del 98% y que después jamás volvió a alcanzar el 91%, donde se  mantiene en 1991. Espero que les sirva.
Aquí hay otra curiosidad sobre la que pensar. El movimiento  de “escuela en casa” ha ido creciendo paulatinamente hasta un  tamaño de un millón y medio de jóvenes que son educados por completo por  sus padres y sus comunidades.
El último mes la prensa educativa reportó la increíble noticia de que  los niños escolarizados en casa parecen estar entre cinco y diez años  por delante de sus compañeros escolarizados formalmente en su  capacidades cognitivas.
No creo que nos libremos de las escuelas en un futuro cercano, no  ciertamente en lo que me queda de vida, pero si hemos de cambiar  lo que se está convirtiendo en un desastre de ignorancia,  hemos de entender que la institución educativa “escolariza” muy bien,  pero no “educa” - algo por completo inherente al diseño organizacional.
No es la culpa de los malos profesores o del poco dinero gastado, es  que es imposible que la educación y la escolarización puedan llegar a  ser alguna vez la misma cosa.
Las escuelas fueron diseñadas por Horace  Mann y Barnard Sears Harper de la Universidad de Chicago y por  Thorndyke de la Escuela Normal de Columbia y otros hombres para ser  instrumentos de la dirección científica de las masas. Las  escuelas están diseñadas para producir, a través de la aplicación de  fórmulas, seres humanos estandarizados cuyo comportamiento pueda ser  predecible y controlado.
En gran medida, las escuelas han cumplido su objetivo. Pero nuestra  sociedad se está desintegrando, y en esta sociedad, sólo las personas  exitosas son auto-suficientes, seguras en sí mismas e individualistas -  porque la comunidad de vida que protege al dependiente y al débil está  muerta -.
Lo que produce la escuela es, como dije, irrelevante. Las  personas bien-escolarizadas son irrelevantes.
Pueden vender películas y hojas de afeitar, recoger papel reciclado o  hablar al teléfono en líneas de teleoperación, o sentarse estúpidamente  delante de un terminal de ordenador pero como seres humanos son  inservibles. Completamente inservibles para los demás y para si mismos.
La miseria diaria a nuestro alrededor está causada en gran medida por  el hecho de que - tal y como Paul  Goodman lo estableció hace treinta años- forzamos a los  niños a crecer en el absurdo. Cualquier reforma de la  escolaridad tiene que tratar con elementos absurdos en su naturaleza  intrínseca.
Es absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que te obliga  a sentarte en lugares recluidos para gente de la misma edad y clase  social que tú. Ese sistema te aparta radicalmente de la inmensa  diversidad de la vida y de las sinergias de la variedad, de hecho te  castra tu propio ser y futuro, acoplándote a un presente continuo de  igual forma a como lo hace la televisión.
Es absurdo y anti-vital ser parte de un sistema que te obliga  a escuchar a un extraño leyendo poesía cuando lo que realmente quieres  es construir casas, o sentarte a discutir con un extraño sobre  la construcción de casas cuando lo que realmente quieres es leer poesía.
Es absurdo y anti-vital moverte de aula en aula al sonido de  una sirena durante todos los días de tu infancia natural en una  institución que no te permite ninguna privacidad y que incluso te la  quita en el santuario de tu propia casa pidiéndote que hagas tus  “deberes”.
“¿Cómo aprenderán a leer?” dirán algunos y mi respuesta es “Recuerda  la lección de Massachussets” . Cuando los niños reciben experiencias  completas en vez de las graduadas en aularios, entonces aprenden a leer,  a escribir y cálculo con total facilidad si esas cosas tienen sentido  en el ambiente vital que les rodea.
Pero recordad que en los Estados Unidos casi nadie que lea, escriba o  sepa cálculo tiene mucho respeto. Somos una tierra de charlatanes,  pagamos mejor a los charlatanes y les admiramos, así que nuestros hijos  hablan constantemente, siguiendo el modelo de la televisión y de sus  profesores.
Es muy difícil enseñar incluso lo más “básico” porque ya no son  “básicos” en la sociedad que hemos creado.
Dos instituciones controlan a día de hoy la vida de nuestros  hijos: la televisión y la escuela, por este orden. Ambos  reducen el mundo real de sabiduría, fortaleza, templanza y justicia  hacia una abstracción sin final y sin frenos.
En los siglos pasados los niños y adolescentes estaban ocupados en  trabajo real, caridad real, aventuras reales, y en la búsqueda real de  maestros que pudieran enseñarnos lo que realmente queríamos aprender.
Mucho tiempo se pasaba en desempeños comunitarios,  practicando el afecto mutuo, el entendimiento y estudiando cada nivel de  la comunidad, aprendiendo cómo hacer una casa, y docenas de otras  tareas necesarias para convertirse en un hombre o mujer íntegro.
Pero aquí está el cálculo del horario que dispone cualquier  niño de los que enseño:
- De las 168 horas que tiene la semana, tienen que dormir 56
- Lo que les deja 112 hora a la semana en las que formarse
- Ven unas 55 horas de televisión a la semana de  acuerdo a informes recientes
- Lo que les deja 57 horas a la semana en las que crecerse
- Tiene que ir a la escuela unas 30 horas a la semana, usando unas 6  horas en prepararse, ir y volver a casa, y gastan una media de 7 horas a  la semana en deberes- en total hacen 45 horas
- Durante este tiempo, están en constante vigilancia, no  tienen tiempo ni espacio privado, y son reñidos si tratan de  acoplarse individualmente al uso de espacio y tiempo
- Eso deja 12 horas a la semana para crearse una conciencia de si  individualizada
- Por supuesto que mis alumnos comen también, y eso añade algo de  tiempo - no mucho, porque hemos perdido la tradición de la comida  familiar, por lo que si quitamos 3 horas a la semana para cenas
- llegamos a la cantidad neta de tiempo privado para cada niño  de 9 horas a la semana
No es suficiente, ¿verdad?. Cuanto más rica es la familia del niño,  menos televisión que ve pero más tiempo que tiene dirigido por una  oferta más amplia de entretenimientos comerciales y su inevitable  inclusión en una serie de áreas de formación complementaria raramente a  su libre elección.
Y todas estas cosas son curiosamente una forma más solapada  de crear seres humanos dependientes, incapaces de llenar su tiempo libre,  incapaces de iniciar senderos que le den un  significado sustancioso y feliz a su existencia.
Es una enfermedad nacional, esta dependencia y falta de objetivo, y  creo que la escolarización, la televisión y las lecciones - toda la idea Chautauqua- tiene mucho que ver con ello.
Pensad en lo que nos está matando como nación
todas ellas son adicciones de personalidades dependientes,  y eso es la marca que deja inevitablemente la escolarización.
Quiero contaros el efecto que produce en los chicos el quitarles todo  su tiempo - tiempo que necesitan para desarrollarse – y  forzándoles a gastarlo en abstracciones. Tenéis que escuchar esto,  porque ninguna reforma que no ataque estas patologías específicas no  serán más que un mero lavado de cara.
1. Los niños a los que enseño son  indiferentes al mundo adulto. Esto desafía la experiencia de  miles de años. Un observación intensiva de lo que “los mayores” hacían  siempre fue una de las más excitantes ocupaciones de los jóvenes, pero nadie quiere crecer ahora, ¿y quien les puede  culpar de ello? Nosotros somos los juguetes. 2. Los niños a los que enseño ya apenas  sienten curiosidad y la poca que muestran es transitoria, no  pueden concentrarse durante mucho tiempo, incluso en lo que quieren  hacer. ¿Podéis ver la conexión entre las sirenas sonando una y otra vez  para cambiar de clase y este fenómeno de atención evanescente?
3. Los niños a los que enseño tienen un  pobre sentido del futuro, de como el mañana está  indefectiblemente unido al presente. Como dije antes, viven en un  presente continuo, el preciso momento en el que se encuentran es el  límite de su conciencia.
4. Los niños a los que enseño son  ahistóricos, no tienen conciencia de cómo el pasado ha dado  forma a su propio presente, limitando sus elecciones, moldeando  sus valores y sus vidas.
5. Los niños a los que enseño son crueles  entre si, muestran falta de compasión ante los infortunios,  ríen las debilidades, y muestran desprecio por aquellos que  muestran necesidad de ayuda demasiado abiértamente.
6. Los niños a los que enseño se  encuentran intranquilos ante la intimidad y la franqueza.  No soportan una verdadera intimidad debido a una costumbre de por vida  de guardar los secretos dentro de si mismos por lo que van formando su  personalidad a base de trozos y partes de comportamiento prestados de la  televisión o adquiridos para manipular a sus profesores. Puesto que no  son ellos quienes dicen ser, el disfraz se les cae en la intimidad por  lo que las relaciones íntimas deben ser evitadas.
7. Los niños a los que enseño son materialistas,  siguiendo la estela de sus maestros que materialistamente “gradúan”  todo -y sus tutores televisivos que ofrecen todo lo imaginable “gratis”.
8. Los niños a los que enseño son dependientes,  pasivos, y tímidos ante la presencia de nuevos desafíos. Esto  es a menudo ocultado mediante actos de bravuconería, mediante enfados y  agresividades que en el fondo solo expresan un vacío sin fortaleza  interior.
Podría hablar de otras cuantas condiciones que una reforma de la  escolarización tendría que afrontar si nuestro declive nacional  pretendiera detenerse, pero por el momento ya habéis comprendido mi  postura, tanto si estáis de acuerdo con ella como si no.
Puede que sean las escuelas las que causen estas patologías, o la  televisión, o ambas. Es una simple cuestión de aritmética, entre escuela  y televisión todo el tiempo que los chicos tienen libre es absorbido  por ambas. Eso es lo que destruyó la familia americana, que ya no  es más un factor en la educación de sus propios hijos. Televisión y  escuela, ahí debe buscarse a los responsables.
¿Qué hacer? Necesitamos un feroz debate nacional que no decaiga, día  tras día, año tras año. Necesitamos gritar y discutir sobre este modelo  de escuela hasta que se arregle o se retire de la circulación para su  reparación, una cosa u otra.
Si podemos arreglarlo, de acuerdo; si no podemos, entonces el éxito  del movimiento de “escuela en casa” muestra una vía alternativa  con futuro prometedor. Poner el dinero que ahora gastamos en  escolarización, hacia la educación en la familia podría matar dos  pájaros de un tiro, reparar las familias al tiempo que reparamos a los  hijos.
Una reforma genuina es posible pero no debería costarnos nada.  Necesitamos volver a pensar en las premisas fundamentales de la  escolarización y decidir qué es lo que queremos que los niños  aprendan y por qué.
Durante 140 años esta nación ha tratado de imponer objetivos de  arriba a abajo desde los altivos puestos de mando centrales conformados  por “expertos”, una élite central de ingenieros sociales.  No ha funcionado. No va a funcionar.
Y es una gran traición a la promesa democrática que hizo en su dia de  esta nación un noble experimento.
El intento soviético de crear una república platónica en el Este de  Europa ha sucumbido ante nuestra vista, nuestro propio intento de  imponer el mismo tipo de ortodoxia centralizada utilizando las escuelas  como un instrumento también se está resquebrajando, solo que mas lenta y  dolorosamente.
No funciona porque sus premisas fundamentales son  mecanicistas, anti-humanas, y hostiles a la vida familiar. Las  vidas pueden ser controladas por la maquinaria educativa pero siempre se  revolverán con las armas de la patología social: drogas, violencia,  auto-destrucción, indiferencia y todos los síntomas que veo en los niños  que educo.
Ya es hora de que miremos hacia atrás para recobrar una filosofía  educacional que funcione. Una que me gusta especialmente fue la favorita  de las clases dirigentes europeas durante miles de años.
Utilizo tanto de ella como me lo permite mi condición de profesor, es  decir, tanto como puedo dentro de la institución de la escolarización  obligatoria. Creo que funciona tanto para los niños pobres como para los  ricos.
En el núcleo de este sistema de educación para las élites está la  creencia de que el auto-aprendizaje es la única base del  verdadero aprendizaje. En cualquier sitio en este sistema, a  cualquier edad, encontrarás acuerdos para colocar al niño solo en un  punto no definido y con un problema que resolver.
Algunas veces el problema lleva implícito grandes riesgos, como el  problema de cabalgar un caballo o hacerlo saltar, pero eso, claro, es un  problema satisfactoriamente resuelto por miles de niños de la élite  antes de cumplir diez años.
¿Podemos imaginar a alguien que haya superado tal desafío que alguna  vez le faltara confianza en su habilidad para hacer algo?. A veces el  problema es un problema de superar la soledad, como hizo Thoreau en Wald  en Pond o Einstein en Suiza.
Uno de mis antiguos alumnos, Roland Legiardi-Lura, aunque huérfano de  sus dos padres y sin herencia, cogió una bicicleta y atravesó  solo los Estados Unidos cuando apenas había superado la niñez.
No nos puede extrañar entonces que ya siendo un adulto, decidiera  hacer una película sobre Nicaragua, aunque no tuviera dinero ni  experiencia previa en la realización de películas, y que ganara un  premio internacional, aunque su trabajo regular fuera el de carpintero.
Ahora estamos hablando todo el rato de que nuestros jóvenes necesitan  desarrollar auto-conocimiento. Ya basta de tanta charlatanería.
Tenemos que crear experiencias escolares que devuelvan a los niños su  tiempo, necesitamos confiarles desde una edad temprana con  independencia de estudios, quizás programado desde el colegio pero que  tenga lugar fuera de la institución educativa.
Necesitamos crear un curriculum donde cada niño tenga la  oportunidad de desarrollar su individualidad y su auto-confianza.
Hace poco cogi setenta dólares y envié a una niña de doce años de mi  clase con su madre - que no hablaba inglés - en un autobús hacia la  costa de New Jersey para encontrarnos con el jefe de policía del  distrito de Sea Bright para comer y disculparnos por contaminar la playa  con un casco de Gatorade.
A cambio de esta disculpa pública habíamos quedado en que el jefe de  policía le enseñaría el trabajo de un policía de barrio durante un dia  cualquiera.
Unos días después, dos más de mis alumnos de doce años viajaron solos  a la Calle West First desde Harlem donde empezaron el aprendizaje con  un editor de periódicos, la siguiente semana tres de mis alumnos se  encontraban en mitad de los muelles decarga de Jersey a las seis de la  mañana, estudiando la mente del presidente de una compañía de transporte  por carretera que despachaba trailers hacia Dallas, Chicago y Los  Ángeles.
¿Pertenecen estos chicos “especiales” a algún programa” especial”?.  Bueno, en cierto modo si, pero nadie sabe sobre este programa salvo los  chicos y yo.
Solo son buenos chavales de Harlem, brillantes y alertas, pero tan  mal escolarizados cuando me los encontré que la mayoría de ellos no  sabían sumar o restar cantidades. Ni uno de ellos sabía la población de  Nueva York o cuan lejos está Nueva York de California.
¿Eso me preocupaba? Por supuesto, pero tenía confianza en que según  iban ganando confianza en si mismos también se convertirían en sus  propios maestros, y solo la auto-enseñanza tiene un valor a  largo plazo.
Tenemos que devolver a los niños tiempo libre desde ya mismo  porque esa es la clave para el auto-aprendizaje, y debemos  re-introducirles en el mundo real tan rápido como sea posible para que  el tiempo libre pueda ser gastado en algo más que abstracciones.
Es una emergencia, requiere una drástica acción de corrección  -nuestros niños están cayendo como moscas dentro de la institución  escolar, ya sea buena o mala, no importa. Es irrelevante.
¿Qué más necesita un sistema escolar re-estructurado?
Necesita que deje de ser un parásito del trabajo de la  comunidad en la que se inserta. De todas las páginas escritas  en la contabilidad de la historia, solo existe una entrada donde se  recluya a nuestros jóvenes y no les pidamos nada de ellos al servicio  del bien común.
Llego incluso a creer que necesitamos hacer de los servicios a  la comunidad una parte importante de la enseñanza escolar.
Además de la experiencia enriquecedora que supone trabajar de forma  no egoísta, es la forma más rápida de dotar a los jóvenes de  responsabilidades reales en la vida corriente.
Durante cinco años manejé un programa escolar “autónomo” donde cada  niño, pobre y rico, listo y no tan listo, tenía que dar 320 horas de  trabajos o servicios a la comunidad.
Decenas de estos niños volvieron años después, ya crecidos, y me  contaron que la experiencia de ayudar a alguien les había  cambiado sus vidas. 
Les había enseñado a ver desde otra perspectiva, a repensar metas y  valores. Ocurrió cuando tenían trece años, durante el programa de  practicas de Laboratorio, y solo fue posible porque el distrito escolar  rico de al lado estaba en reestructuración.
Cuando volvió la “estabilidad” , el laboratorio común cerró. Fue una  experiencia muy satisfactoria con un grupo de jóvenes bastante  heterogéneos, a un coste demasiado bajo, como para permitir que  continuara.. .
Estudio independiente, servicios a la comunidad, aventuras y  experiencia, largos periodos de privacidad y soledad, un millar de  diferentes formas de aprendizaje, una por día o más tiempo – estas son medidas  potentes, baratas, y efectivas de empezar una reforma real de  la escolarización.
Pero ninguna reforma a gran escala va a funcionar de forma que  permita recuperar a nuestros jóvenes ya dañados ni a nuestra sociedad  enferma hasta que impongamos abiertamente la idea de que la  escuela debe incluir a la familia como motor principal de la educación.
Si utilizamos la escolarización para separar a los hijos de los  padres - y no nos engañemos, esa fue la principal función de las  escuelas desde que John Cotton lo anunciará como el propósito de las  escuelas de Bay Colony en 1650 y Horace Mann lo enunciara como el  propósito de las escuelas de Massachussets en 1850 - vamos a continuar  con el espectáculo de horror que tenemos ahora.
El “Curriculum de la Familia ” está en el corazón de cualquier buena  vida. Nos hemos alejado de ese curriculum; es hora de volver a ello.
La forma de devolver la salud a la educación es que nuestras  escuelas se liberen del dominio absoluto de las instituciones sobre la  vida familiar, es promocionar durante el tiempo de  escolarización confluencias de padres e hijos que fortalezcan los lazos  familiares. Ese fue mi fin último cuando envié a la chica y su madre al  distrito de la costa de Jersey para encontrarse con el jefe de policía.
Tengo muchas ideas para formular un curriculum familiar y estoy  seguro que muchos de ustedes también las tienen.
Nuestro mayor problema en conseguir que una vez popularizada esta  forma de pensar pueda el sistema educativo ser reformado ya que tenemos  unos intereses creados que se apropian de antemano de estas ideas para  continuar con la escuela como está, a pesar de la utilización de una  retórica aparentemente contraria.
Tenemos que exigir que nuevas voces y nuevas ideas sean escuchadas,  mis ideas y las vuestras. Ya hemos tenido un amplio repertorio de voces  muy autorizadas y con eco en medios escritos y televisión; una década de  debate para todos es lo que se necesita ahora, no más opiniones de  “expertos”.
Los expertos en educación nunca han tenido razón,  sus “soluciones” son costosas, auto-complacientes, y siempre requieren  mayor centralización. Ya hemos visto los resultados.
Es hora de volver a la democracia, al individualismo a la  individualidad y a la familia.
Ya dije lo que quería decir. Gracias.
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